la mirada de una madre
Después de 32 años conviviendo con el autismo de mi hijo, conociéndolo cada día más, me siento segura de compartir lo que como madre observo, profundizo y reflexiono. Unos años atrás estaba enfocada en lo que correspondía, hoy, al igual que siempre, me ocupo y también dedico espacios para conscientemente hacer lo que cada vez hago con más entrega, revisando aspectos del pasado y del presente, que me proporcionan conocimiento.
Mi certeza cómo madre y profesional del área de Educación Especial, es que, una persona con autismo es un SER DE LUZ con una estructura y funciones neurológicas distintas a otra persona, a la de la mayoría para ser más precisa, por lo tanto, ellos forman parte de una minoría. Aunque veamos un aumento exponencial de la población de personas dentro de los trastornos del espectro autista (TEA).
Mi convencimiento a día de hoy es que así como existen componentes orgánicos hay un plan de vida acordado previamente por las almas. Esta aseveración no ha sido al azar, me ha llevado tiempo, estudio y principalmente escuchar mi voz interior, conectarme con la suya, y observar desde el corazón lo que mis ojos no pueden ver. Estar atenta a su sentir, a mi sentir, para luego, todo lo demás. La atención lleva la batuta en un recorrido que comienza en el corazón y continúa mientras se viven los procesos que crean consciencia. He confirmado que haciendo este camino, las acciones son más coherentes con los propósitos de mi vida y con un sentido trascendente en mis diferentes roles.
Mi hijo Emmanuel forma parte del espectro del autismo haciendo honor a la mayoría de características que son inherentes a ellos. Entre tantas otras, son personas con talento y sensibilidad extraordinarios, con una capacidad perceptual excepcional, con memoria prodigiosa, ellos, son capaces de comprender lo que sucede en el entorno de forma literal, sin condicionamientos de interpretación. Están conectados a lo esencial, a lo que no podemos ver a simple vista, ni estudiar para conocer, tal cual como dice Antoine de Saint-Exupéry en su Principito: "Lo esencial es invisible a los ojos".
Emmanuel es un digno representante de su condición, es genuino, intuitivo, empático, instintivo, comprendiendo ésta como una característica positiva en él. Su conexión con la naturaleza es sorprendente (para profundizar en otro momento).
En el autismo cada uno es único, por lo tanto considero que lo más consciente, ético, prudente y primordialmente amoroso-respetuoso es conocer y reconocer con base en la convivencia, observación, registros, investigación, profundización, estudio, escucha, aceptación y trabajo incansable en nosotros, para comprender desde el corazón y entender desde la razón. La comunicación asertiva con especialistas, médicos, maestros y todo aquel que participe proactivamente en la vida de nuestros hijos, es fundamental, pero no concluyente. Hablo con propiedad y sustentada en las interacciones con estos profesionales, tanto para lo positivo que han aportado, como para lo negativo que me ha enseñado.
Sin restar importancia y el aporte de investigadores y estudiosos que dedican sus vidas profesionales (los necesitamos), considero que tenemos que enfocarnos en todas las fortalezas qué son inherentes a su condición de autismo y trabajar arduamente sobre lo que necesiten para ESTAR mejor en este mundo. Apoyar en el camino evolutivo, hacer todo lo posible y a veces, lo imposible. Con relación a ésto, certifico que cuándo he intentado hacer “lo imposible”, hemos sufrido y terminamos exhaustos, allí cobra un papel relevante “la aceptación” que no es rendirnos, es aceptar que no es cómo queremos, es encontrar las formas de ser, estar, hacer, en armonía interior que, sin duda alguna, se expandirá en lo que se manifieste afuera. Aceptación en lo que hay que aceptar, sabiduría en lo sentimos tenemos que hacer, enfoque en sus intereses, nunca al revés, pues las cosas no terminarán bien. Emmanuel me ha dado las pautas toda la vida, y cuando las he seguido, todo ha fluido bien, aún en circunstancias muy difíciles hemos encontrado paz, que en definitiva para mí es lo más importante en el contexto que sea, aunque muchas veces cueste sentirla. Su paz es mi paz y la mía es la suya.
Me gustaría dejar una reflexión. Imaginemos que alguien en vez de acompañarnos y proveernos de luces para el camino en nuestros procesos de vida, intentara modificar nuestra esencia, nuestra manera particular de percibir lo que está afuera, la genuinidad de nuestra forma de comprensión y expresión, desestimar nuestros gustos, influir en nuestros intereses por la comodidad de la mayoría. Sería muy duro, verdad? Somo partes de un TODO, pero respetar la individualidad de cada SER es prioridad para estar bien y convivir en armonía.
Las comunidades minoritarias son integradas por un número menor en relación con el resto de la población. Así como reconocemos distintas comunidades minoritarias, yo, reconozco al autismo como un grupo de personas con una identidad y sentido de vida propios, y los que tenemos la fortuna de acompañarlos en su camino nos convertimos en APRENDICES RESPONSABLES de GRANDES MAESTROS VITALES.
Amor, luz y paz para el camino de todos!
Gracias!
Frida, mamá de Emmanuel.