space

En su maravillosa imaginación Emmanuel concluyó que irse a la luna es una opción para estar en paz. Muchas veces ha expresado en su lengua, la lengua de señas venezolana y ahora, la lengua de signos española los deseos de su corazón porque convivamos en este mundo de una manera armoniosa, pacífica y que todos seamos responsables del cuidado de nuestro planeta. 

Cuando decidió hacer esta pintura aún vivíamos en nuestro amado país dónde imperaba una abrumadora anarquía en las calles y todo en general iba en un progresivo deterioro afectando la calidad de vida de los habitantes. De esta realidad emergieron en Emmanuel emociones y sentimientos que por un lado lo atormentaban y por el otro se canalizaban, entre otras formas, con el dibujo y la pintura. Resultaba terapéutico y siempre que desea expresarse o necesita volver a su centro acudimos al arte para aliviar las tensiones que puedan surgir en el día a día. En aquel tiempo, me mostró un bosquejo de la próxima pintura que quería hacer y comenzó el proceso para crear una de sus obras más queridas, no sólo por su belleza, sino, por el sentido de la misma, a la que nombró: “Space”. En ella se presenta ataviado con un traje espacial rodeado de estrellas y tonalidades hermosas, encontrando en la luna la posibilidad de sentirse seguro y en paz. Allí en la soledad del espacio, me explicaba que se sentía bien, que en ese lugar no había pobreza, violencia y basura en las calles, animalitos abandonados, policías, militares, enfermedades, contaminación visual y todo aquello que le intranquilizaba. 

Los mensajes de Emmanuel por lo general son muy claros. Es importante entenderlo más allá de la razón, comprenderlo desde el corazón es prioritario y desde luego, a través de la comunicación en lengua de signos, así como, mediante el lenguaje de sus expresiones artísticas. En el caso de esta obra, el transcurso de elaboración llevó un tiempo que fue de gran aprendizaje para todos los observadores: su profe de pintura, sus compañeros de clase, su abuela que lo llevaba a clase y lo esperaba cuando yo no podía acompañarlo, y para mí. Lo he visto dibujar desde muy pequeño y siempre ha querido decirnos algo a través de sus ilustraciones. En esta oportunidad la invitación que Emmanuel nos hace por medio de esta preciosa pintura es a conectarnos con nuestra esencia, darle el poder a lo que realmente somos, a confiar en nuestro sentir, a silenciarnos, a dar y recibir, a crear y crecer por el bien de todos. Él resolvió saliendo de ese entorno que le afectaba tanto, haciéndonos ver que al menos por un tiempo prudencial es saludable, apartarnos de los estímulos que nos alteran directamente y que repercuten desfavorablemente en nuestra salud integral.

Nos acostumbramos a estar rodeados de gente, difícilmente nos plantearíamos irnos a la luna, solos y alejarnos  de la contaminación ambiental, visual, auditiva, etc. Mi hijo allí, ubicado al lado de su nave espacial evidencia en su intención de querer estar bien, entre otras fortalezas: voluntad, autonomía, toma de decisión y seguridad en ella, que lo llevaron a estar en solitaria tranquilidad, en el espacio. El poder de una decisión es determinante para mejorar la calidad de la vida. Es tarea de todos comenzar por nosotros mismos para poder convivir en armonía con los demás y construir espacios de paz entre todos. Ésta es una tarea intrínseca y con carácter de genuinidad, motivada por las circunstancias, que haciéndola nos conduce, sin duda alguna a sentirnos bien, tranquilos y seguros, aún en medio del caos. Puede parecer utópico desear vivir en paz y de hecho viendo todo lo que sucede, pareciera imposible; sin embargo, actuando desde el amor, certifico que se logran grandes cosas que redundan en el bienestar común.

Les propongo hacer un ejercicio luego de observar por unos minutos esta obra. Vamos a colocarnos en la posición desde donde Emmanuel se encuentra en su pintura, con los ojos bien abiertos y el corazón en expansión, absolutamente receptivo al gran regalo de estar allí, con nosotros mismos, respirando conscientemente y siendo parte del entorno, rodeados por las luces y el silencio del firmamento y, disfrutemos de lo que nos ofrece ese momento con uno mismo, al menos por unos minutos, agradecer, para luego, regresar y seguir haciendo lo mejor que podamos. 

Frida, mamá de Emmanuel.

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